miércoles, 26 de noviembre de 2014

Del todo vale al todo pago


Con el nacimiento del mundo virtual, los derechos de autor cada vez nos parecen un eco muy lejano de algo que parece que no vaya con nosotros. Subimos y descargamos cosas a Internet sin preguntarnos si lo que estamos cogiendo es de alguien y, menos, nos preguntamos el valor que tiene aquello que cogemos. Ya no se trata de coger prestado el bolígrafo a nuestra compañera sino de robar el trabajo que uno ha estado dedicándole horas y horas para que alguien venga y haga ctrl+c y ctrl+v (copiar y pegar) y en dos minutos ese trabajo que ha costado tiempo y esfuerzo ya esté en sus manos.

Internet parece el mundo del todo vale y todo es gratis, actualmente, a la conocida World Wide Web (WWW) deberían de añadirle una “F”, World Wide Web Free. Y ahora nos preguntamos ¿hasta qué punto debemos permitir que todo esto sea legal? Primeramente, he de admitir que soy de las que piensa que el mundo gira más rápido de manera ilegal (debe ser porque, al igual que en el mundo real, en el mundo virtual también debemos pasar por procesos burocráticos para llegar a nuestro destino). Por ejemplo, , si en el buscador de Google buscamos la discografía Nirvana encontraremos esto:

  
¿Qué quiero decir con esto? Pues que si hasta el propio buscador me pone más fácil la opción de descargar gratis, a través de programas de almacenamiento de archivos, lo normal es que me descargue los archivos de manera ilegal a que pague por ellos. Es por ello que si se quiere instalar una política que tenga en cuenta los derechos de autor se debería reeducar, tanto a las personas como al sistema en general.

A partir de aquí, nos podríamos preguntar quién sale beneficiado de la aplicación de los derechos de autor. Para mostrarlo más claro podríamos visualizarlo desde el punto de vista del mundo de la música, comparemos un grupo de música bastante nuevo con otro que ya lleva más tiempo en el mercado. En este caso he elegido el grupo de Txarango con otro titulado Fito y fitipaldis, en el primer caso podemos descargarnos sus cedés de manera legal a través de su página web oficial; en el segundo, nos lleva a una tienda donde podemos comprar su cedé de manera física que nos llegará a casa en un par de días. Esto significa que sin reconocimiento no podemos ir a ningún lado y el artista primero se debe ganar al público y luego ya obtendrá beneficios. Ya hablamos anteriormente de ello cuando comentamos la figura del escritor, en el caso del famoso libro de Blue Jeans, hasta que no se consiguieron 10000 seguidores en Internet su libro no fue publicado, volvemos a lo mismo, primero público y luego beneficios.

Finalmente, debemos señalar que las opiniones sobre el respeto y la valoración de los derechos de autor son muy dispares. Una manera de posicionarnos sobre el tema es preguntarnos si a nosotros nos gustaría que nos copiasen nuestro material y, cuando decimos copiar, queremos decir coger un material sin pedir permiso a su autor y firmarlo con nuestro nombre. Por todo ello, creo que debería de existir una libertad de contenidos digitales, en el que el autor, fuese remunerado por su trabajo a través de unos impuestos destinados a cubrir estos derechos de autor. Sin embargo, a este ritmo en el que se cuestiona introducir un préstamo de pago en las bibliotecas pasaremos del todo vale al todo pago

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